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26/06/2025. 15:58:13
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¿Tu empresa crece? Ojo con las implicaciones fiscales del IVA que pueden pasarte factura

Consultor fiscal de GRA Consultores

Socio codirector de GRA Consultores

¿Qué tienen en común una empresa tecnológica en pleno auge, una consultora que acaba de cerrar contratos millonarios y un grupo logístico en expansión internacional? Todas han superado un umbral crítico: los 6.010.121,04 euros de volumen de operaciones y, con ello, la consideración como ‘Gran Empresa’. Y aunque este hito refleja éxito empresarial, también marca el inicio de un nuevo desafío fiscal.

Imagina que tu empresa ha cerrado un gran año. Las cifras crecen, los proyectos se multiplican y el negocio avanza. Pero de pronto, llegan nuevas obligaciones con Hacienda: liquidaciones del IVA mensuales, adaptación al Suministro Inmediato de Información (SII), cambios en la forma de declarar…

Este cambio, que puede parecer puramente técnico, tiene implicaciones que van más allá de la gestión contable. Obliga a las empresas a repensar sus procesos internos, a adaptarse a un nuevo ritmo de control fiscal y, en muchos casos, a enfrentarse a pequeños detalles que antes pasaban inadvertidos. Si es tu caso, te contamos todo lo que necesitas saber.

¿Cómo se determina el volumen de operaciones?

El volumen de operaciones, regulado en el artículo 121 de la Ley del IVA y en el artículo 71.3.2º de su Reglamento de Desarrollo, comprende el importe total de las entregas de bienes y prestaciones de servicios realizadas durante el año natural. Esto incluye operaciones exentas del impuesto, pero excluye:

  • Entregas ocasionales de bienes inmuebles.
  • Bienes de inversión del transmitente.
  • Operaciones financieras y las operaciones exentas relativas al oro de inversión no habituales en la actividad del contribuyente.
  • Cuotas de IVA, recargo de equivalencia o compensaciones que tributen en el Régimen especial de la agricultura, ganadería y pesca.

El volumen de operaciones suele declararse a través del modelo 390, que actúa como un resumen anual del IVA. No obstante, algunas empresas están exentas de presentarlo, como aquellas acogidas al Suministro Inmediato de Información (SII) o a ciertos regímenes especiales del IVA. En estos casos, el volumen de operaciones debe incluirse en la declaración del último trimestre mediante el modelo 303.

¿Qué cambia al convertirse en gran empresa?

  1. Periodicidad mensual del IVA. Las grandes empresas deben presentar sus autoliquidaciones de IVA mensualmente y de forma telemática, lo que exige un control fiscal más constante.
  2. Obligación de Suministro Inmediato de Información (SII). Este sistema requiere el envío electrónico de registros de facturación en un plazo de cuatro días hábiles desde la emisión o registro contable de la factura. Esto agiliza la relación con la Agencia Tributaria, pero también impone una gestión más rigurosa de la facturación.
  3. Exoneración de modelos anuales. Los contribuyentes incluidos en el SII no están obligados a presentar el modelo 390 ni el 347, simplificando algunos trámites, aunque incrementando la carga administrativa en el día a día.

¿Qué ocurre si se pierde la condición de gran empresa?

Si el volumen de operaciones desciende por debajo del umbral, la empresa dejará de ser considerada gran empresa en el ejercicio siguiente, lo que supone:

  • Retorno a la liquidación trimestral del IVA, salvo que se mantenga inscrito en el REDEME.
  • El SII deja de ser obligatorio, aunque la empresa puede optar por continuar utilizándolo si así lo prefiere.

Por ejemplo, si una empresa pierde la condición de gran empresa en 2024, a partir de 2025 podría volver a liquidar el IVA trimestralmente y prescindir del SII, si así lo decide.

En resumen, el salto a ‘Gran Empresa’ no es solo una cuestión de cifras; es un cambio de paradigma en la relación de la empresa con la fiscalidad. Convertirse en ‘Gran Empresa’ implica entrar en una dinámica donde el control tributario es constante, la gestión del IVA se convierte en un ejercicio de precisión quirúrgica y los errores, por pequeños que sean, pueden tener un coste elevado.

Más allá de las obligaciones técnicas, este nuevo escenario obliga a las empresas a preguntarse si están preparadas no solo para crecer, sino para sostener ese crecimiento con una estructura fiscal sólida. Porque, en última instancia, no se trata de cuánto factura una empresa, sino de cómo gestiona el impacto que ese éxito tiene en su día a día. Y ahí es donde la diferencia entre cumplir y gestionar con inteligencia marca la verdadera distancia entre una empresa que crece y una que, además, perdura.

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