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23/04/2024. 09:33:55

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La procura ante el 8-M

Adriana Flores, procuradora y vicedegana del Colegio de Procuradores de Barcelona

Es difícil saber cuándo comenzó a configurarse la profesión de procurador. Sabemos que durante el periodo comprendido entre el S. XIII y principio del XIV se constituyó y regularizó el colectivo de procuradores, formando parte de la organización y de las relaciones con la Administración pública y otras profesiones de justicia.

Pero tuvimos que esperar casi 500 años más, concretamente hasta la Segunda República, para ver cómo se reconocía por primera vez el derecho legítimo de las mujeres a realizar una profesión (art. 40 de la Constitución de 1931) y, por tanto, poder ejercer la procuraduría, siendo la pionera Carmen Illamola i Pirretas que se colegió en 1936.

Ha llovido mucho desde entonces, en la actualidad nos encontramos ante una profesión jurídica en que la presencia de las mujeres es muy significativa; en Cataluña casi el 70% del colectivo está formado por mujeres.

Lamentablemente, aún existen desigualdades de género en el ámbito laboral que afectan principalmente a las mujeres, pero no sucede así con la profesión de procurador. Carecemos de brecha salarial, dado que nos regimos por el sistema de aranceles lo que implica que no haya desigualdades en la remuneración; y no tenemos techo de cristal, nuestras oportunidades son ilimitadas, podemos ocupar puestos de dirección tanto en nuestros despachos como en las organizaciones colegiales.

La profesión de procurador por su naturaleza, podríamos decir que se trata casi de una actividad de riesgo, no tanto por la manipulación de sustancias tóxicas o peligrosas (que alguna vez ha sucedido) si no por la cantidad de tareas, trámites y sobresaltos que conlleva, algunos ejemplos  son: recepción y envío de notificaciones con el oportuno control de calidad, resolución proactiva de posibles defectos procesales, pago de depósitos, tasas y consignaciones, asistencia  a vistas, emplazamientos o realización de actos de comunicación, gestiones en los oportunos registros, subastas, redacción de escritos de trámite e impulso procesal, presentación de escritos y la liquidación de los temidos plazos, todo ello pudiendo suceder en un solo día y si a eso le añades la condición de mujer con responsabilidades familiares y domésticas…. ¡¡¡BOOM!! hace que el equilibrio entre el trabajo y la vida personal sea de difícil armonía.

Soy de la opinión que en este camino de la conciliación nos queda todavía recorrido. Hemos avanzado mucho, empezando por la corresponsabilidad en la pareja, cada vez somos más conscientes que cada miembro de la pareja debe tener una responsabilidad activa y definida, lo que implica una distribución equilibrada de las tareas. Por otro lado, se están estableciendo políticas que promueven la conciliación permitiendo que las personas logren tener un equilibrio entre sus responsabilidades personales y profesionales, prueba de ello la tenemos con las futuras leyes de eficiencia organizativa, procesal y digital que incluyen medidas para conciliar la vida personal, familiar y laboral de abogados, procuradores y graduados sociales.

Me gustaría como conclusión, manifestar que el Día Internacional de la Mujer, se basa en una larga lucha por la equidad entre hombres y mujeres, es un tema común a la sociedad, de todos, por lo que hay que alejarse de la politización que algunos partidos quieren hacer suya y centrarse en lo que realmente importa sin perder el objetivo principal, que es reconocer la igualdad de derechos y oportunidades de las mujeres y seguir trabajando juntos para lograr una sociedad más justa e igualitaria para todos. Tal como citaba Simone de Beauvoir “El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente”.

Animo desde aquí a todas aquellas jóvenes estudiantes de derecho a ser emprendedoras, a dirigir un despacho propio de procuradores que les permitirá tener un mayor control sobre su tiempo y vida personal. No tengo duda que, con dedicación, esfuerzo y perseverancia, pueden lograr el éxito que se merecen.

Así mismo quiero reconocer y agradecer a mis compañeras de profesión que trabajan incansablemente para alcanzar sus metas y que, al mismo tiempo, están dispuestas a ayudar a sus colegas. Agradezco su dedicación, constancia y apoyo. ¡Gracias a todas ellas por ser un modelo a seguir y por ayudar a crear un entorno de trabajo más inclusivo y equitativo para todas las mujeres!

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