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06/05/2024. 17:21:20

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Hacia la práctica jurídica virtual

Director de Contenidos de Artículo Uno www.articulouno.com Buenos Aires - Argentina

Las herramientas digitales están transformando el ejercicio de la abogacía. Las opciones gratuitas permiten optimizar la interacción con colegas, la búsqueda de nuevos clientes y la capacitación on line.

Hacia la práctica jurídica virtual

Un reconocido abogado argentino acaba de publicar su enésimo libro y promete actualizarlo periódicamente a través de su blog. En unos minutos estaré encontrándome con él para hacerle una videoentrevista y subirla a un canal especializado de videos en YouTube, para que todo el mundo se pueda enterar.

En paralelo, desde Artículo Uno estamos haciendo nuestro monitoreo trimestral de sitios web de estudios jurídicos y encontramos que, tímidamente, cada vez son más los que se animan a ofrecer presentaciones de audio y video on line.

En los Estados Unidos, crisis de por medio, muchas son las firmas legales que volcaron buena parte de su trabajo a la Internet de banda ancha, desocupando oficinas o, lo que es igual, liberándose de costos fijos.

Virtual Law Firm, por ejemplo, es un despacho montado sobre este modelo que logró incrementar la cantidad de socios a razón de tres por mes, pasando de ocho a mediados de 2008 a treinta y tres para cuando la crisis doblegaba a los más poderosos.

Según uno de los fundadores de la firma, con esta estrategia pudieron reducir un veinticinco por ciento sus honorarios, sin resentir la calidad del servicio. Obviamente, el trabajo virtual no es para cualquiera, ya se trate de abogados o de clientes, pero las posibilidades reales de implementación existen, sobre todo en las grandes ciudades.

Las principales universidades hoy están abriendo sus contenidos a través de podcasts. Los medios digitales legales proliferan. Los abogados aportan su conocimiento para la elaboración de documentos en colaboración y transformación continua. Los jueces se comunican a través de microblogs, tendencia que se muestra fuerte en España.

¿Cuánto tiempo habrá de pasar antes de que los integrantes de una red ciberespacial puedan resolver sus conflictos con la ayuda de un mediador virtual?

¿Por qué descartar la creación de tribunales virtuales en los que las partes validen sus identidades a través de una pantalla táctil u otro sistema de seguridad para resolver en tiempo real sus diferencias ante un Juez.com que evalúe pruebas multimedia?

¿Acaso es imposible que la publicidad de todos los juicios se haga a través de YouTube o que los estudios jurídicos abandonen sus actuales oficinas para volcarse al trabajo remoto? Más temprano que tarde, mucho de esto ocurrirá. Y pasarán otras tantas cosas que todavía ni siquiera se pueden imaginar.

Alcanza con volver al pasado reciente y revisar cuáles han sido los cambios a hoy. Hace veinte años, para los abogados, el ordenador no era más que una sofisticada máquina de escribir; hace treinta, la informática era pura ciencia ficción.

Hoy es posible contactar a clientes a través de una red social y capacitarse por medio de un podcast que reproduce gratuitamente clases y conferencias dictadas en las universidades más prestigiosas del mundo.

Es cierto que no toda rama del derecho y no todo tipo de cliente aceptarán con el mismo grado de convencimiento a un "abogado virtual", pero para las nuevas generaciones hacerlo será cada vez más natural.

Cuando hace un tiempo los responsables de la red social Facebook dijeron que se adueñarían de los contenidos que sus usuarios vuelcan en ella y luego dieron marcha atrás, coloqué en www.facebook.com/ariel.neuman, un mensaje junto a mi fotografía que decía: "Estoy feliz porque recuperé la titularidad de mis textos y mis imágenes. Archivo la demanda que preparé… hasta nuevo aviso".

Tres personas, en los primeros diez minutos de publicación, pidieron mi asesoramiento legal. No es el tipo de trabajo que hago. Fue, simplemente, un experimento que sirvió para alimentar el libro "Abogacía e internet – herramientas digitales para el ejercicio profesional".

En este sentido, para hacer hay infinidad de cosas. Se multiplican las formas para contactar a potenciales clientes, relacionarse con colegas, capacitarse en temas jurídicos o vinculados con otras áreas del conocimiento.

Para mejor, muchísimas de esas posibilidades se brindan gratuitamente, achicando la brecha entre los abogados de los centros y de las periferias, de las grandes y las pequeñas ciudades, de las megafirmas y de los solo practitioners. Estamos asistiendo al nacimiento de una nueva abogacía. Una que conjuga la práctica jurídica tradicional con el uso eficiente de los recursos que están en Internet.

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