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10/12/2024. 06:22:15
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Algo sobre el rol del abogado en circunstancias extremas

Santiago Sinopoli

abogado y consultor psicológico

Legal Today del 14 de mayo en la Sección Actualidad, bajo el título: Un tijeretazo donde más duele, analiza el impacto del recorte de gastos que se propone el gobierno para superar la crisis económica. El título me llamó la atención, porque está significando ¨ cortar gastos sociales ¨ y todo corte es ruptura, es partir, es quebrar, pero no sólo en lo económico,  como lo pretenden los disociados economistas, que tienen como único objetivo que ¨ las cuentas cierren ¨, sino que estos tijeretazos  cortan trabajo, la educación, la ayuda social a sectores carenciados, el apoyo a los recién nacidos – que son el futuro -, en fin cortan esperanzas y dejan sin sentido el sacrificio diario de miles de personas. En la Argentina tenemos experiencia de tijeretazos, y sabemos que cuando se instala como modo de operar en ¨ bien de todos ¨, pierde su calidad de excepcional – como dijo un pensador aparece la exceptocracia– y pasa a ser una herramienta de gobierno, ordinaria, cotidiana, a tal punto, que uno se insensibiliza y no siente dolor por los cortes a la vida, sobre todo no se percibe el dolor del prójimo. Esto es ausencia de reconocimiento del Otro como semejante, es la ¨ banalidad del mal ¨, según expresión de Hanna Arendt.  Los tijeretazos producen ¨dolor país ¨ según expresión de la Psicoanalista  Silvia Bleichmar, que nadie mide, ya que parecería que los índices debe confinarse a los números de la economía, pero nada de métrica para el sufrimiento humano. Ante ello dijo Bleichmar[1] en oportunidad de uno de los tantos ajustes sociales en la Argentina: ¨ Morgan y sus colegas nos han hecho entrar en la zona roja del mundo. Todos los días miden el ¨ riesgo país ¨ con un cuidadoso cálculo que define si tenderemos o no libreta sanitaria para seguir trabajando, para seguir siendo plausibles de generar ganancias sin riesgos de infección. Y cada día miles de argentinos pauperizados repetimos aterrados los índices que pueden arrojarnos a la calle, o permitirnos viviendo con un costo cada vez mayor y una sensación de indignidad profunda. Este también es el ¨ dolor país ¨: la imposibilidad de salir de la esterilidad condenada a la cual sólo puede desatracarnos la convicción inexorable de que tenemos derecho de recuperar los sueños…".

¿Cuál puede ser la influencia del tijeretazo en el ejercicio de la abogacía y en la personalidad profesional?

Uno de los efectos del recorte económico suele ser la ¨regresión del Estado¨, en el reconocimiento de los derechos individuales y sociales básicos. Las protecciones laborales y las estabilidades de los empleados se precarizan; las coberturas sociales se achican; los derechos se convierten en accesorio de la economía. La justicia fin último del derecho, queda al margen de la ley, ya que esta no la tiene como razón de ser, sino que se pone al servicio del utilitarismo mercantilista. Todo esto agudiza los conflictos de la vida en común, la agresividad de los planteos se intensifica, la necesidad del aseguramiento de posiciones vitales de cada ciudadano lo llevará a nuestros despachos reclamando justicia, ya que con la injusticia de los tijeretazos, se está vulnerando todo lo que la persona es, todo lo que tiene: su cuerpo y su vida, su honor, su patrimonio, su familia, su posición pública. Su psiquis se hará vulnerable, la salud quedará expuesta. Pero no sólo pedirán justicia los que ya perdieron por el tijeretazo. Los que todavía no, llegaran a los despacho pidiendo una suerte de protección o medidas de prevención para que no les pase que ya le sucedió al pariente, al amigo, al vecino, debido a los recortes económicos. Y la psiquis de estos ¨ afectados en potencia ¨ suele sentir antes los efectos del dolor país, entre otros hechos por haber pasado un ciclo de reducción de personal en el ámbito laboral, un desorden postraumático denominado síndrome del sobreviviente.

Dentro de este marco, los abogados deberíamos tener más firme que nunca nuestros principios de ética profesional, como la de ese médico que en medio de la guerra, donde la vida no tiene valor, sigue salvando vidas. No hay que dejar que el tijeretazo corte nuestros valores, nos ampute la esencia de abogado: luchar por la justicia. Además, estos momentos de recortes, suelen acarrear una mayor demora en los tribunales jurisdiccionales, estos se saturan de expedientes y también pierden celeridad por los planteos defensivos que hace el Estado de su ¨ política de emergencia ¨. Así la subfusión terapéutica del jurista 2, debe ponerse en movimiento, ya que quienes acudan a la consulta jurídica, en situaciones de tijeretazos sociales, vendrán con gran temor, desmoralizados, con un alto grado de ansiedad. La necesidad de contención y escucha atenta debería ser la principal herramienta del abogado. El cliente, por obra de sus dinamismos psíquicos, más que nunca desplazará la imagen materna o paterna al abogado, porque el derecho se convierte para el cliente en el sucedáneo de los atributos de firmeza, certidumbre e infalibilidad que en la infancia se adjudicaban al padre. El vínculo humano entre el abogado y consultante, al que ya me referí en Legal Today tendrá una vigencia plena y los abogados humana y legalmente deberíamos manejarlo. La lucha por el derecho en el momento de crisis, más que nunca, podría tener el efecto de una laborterapia, ya que como dijo Víctor E. Frankl, la conciencia de una misión en la vida posee un extraordinario valor psicoterapéutico y psicohigiénico. Esto vale tanto para el cliente, como para el letrado.

Claro está y con esto termino, que la emergencia económica afectará al mismo profesional. Uno la sufrirá no sólo por las vivencias de sus clientes sino por la propia. La precarización laboral lo puede alcanzar, los honorarios – si bien aumentan las causas- serán más difícil de cobrar. La ansiedad lo atrapará, como a cualquier otro conciudadano. Realmente la salud psíquica se pondrá en riesgo. La subjetividad estará en riesgo. No obstante como el médico en la guerra, aunque la vida no vale nada, salva vidas, ejerce su profesión, en las medidas de su posibilidad; así debemos salvar la plena vigencia del derecho y su fin último: la justicia. Es la hora de poner en juego todo el arte de la abogacía, que se integra con la solidaridad y amor profesional. Que es un servicio social y que debería prestarse aunque duela. De lo contrario en la medida en que vayamos abdicando de nuestro rol profesional, cada día seremos menos abogados. Los abogados no estaremos al servicio de lo justo sino de la economía. Se estaría abdicando de la profesión o se la estaría vaciando. Así un abogado quedaría reducido a un sofista del derecho tal como en: Los viajes de Gulliver 3, éste le explicaba a su caballo protector: Le dije que entre nosotros existe una sociedad de hombres educados desde su juventud (los abogados) en el arte de probar, con múltiples palabras y sutilezas, que lo blanco es negro, y lo negro es blanco, según hayan sido pagados. El resto de la gente es esclava de esta sociedad

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