Mucho se viene hablando de los efectos de nuestro estilo de vida occidental sobre la salud mental, pero con los nuevos acontecimientos a nivel mundial -léase pandemia COVID-19, guerra en Ucrania y sus consecuencias, efectos ya notorios del cambio climático…- parece que el impacto sobre nuestra salud mental se ha hecho más visible a todo nivel de la sociedad, además del incremento de determinadas patologías.
Recientemente el Parlamento Europeo ha dictado una Resolución sobre La salud mental en el mundo laboral digital -https://www.europarl.europa.eu/doceo/document/TA-9-2022-0279_ES.pdf- que, entiendo, va más allá del título que propone, realizando un repaso más general sobre el mundo laboral actual, sus tendencias y efectos.
Es significativa, en la lectura de dicha Resolución, observar la propuesta de elaboración de diversas Directivas en el ámbito de la Unión Europea en este sentido que, con el tiempo y en su caso, serán adaptadas por cada estado miembro a su ordenamiento jurídico, así como propuestas de reforma de legislación ya existente.
Por lo anterior y en lo que atañe a la aplicación del Derecho, es mi opinión como prevencionista que se deben tener en cuenta los aspectos de salud mental en el trabajo tanto si queremos actuar de modo preventivo como reactivo, pues puede ser una fuente de litigio que se incremente con el tiempo para la que los profesionales del Derecho deben estar debidamente enfocados y preparados, estando atentos a las posibles nuevas Directivas en este sentido y a la transposición a nuestro país de las mismas así como a las modificaciones legislativas al marco legal actual que se vayan produciendo .
Personalmente, creo que el mundo de la empresa no es culpable de modo general de los efectos sobre la salud mental en los trabajadores -sin perjuicio de casos que se producen de modo individual-, pero sí es un entorno en el que se puede actuar para el mantenimiento y mejora de la salud mental de las personas. No olvidemos que gran parte de nuestra vida la ocupamos en el trabajo y el efecto de las condiciones en las que lo desarrollamos sobre nuestra salud mental es importante; luego en la empresa se debe actuar en salud mental, tanto por el motivo anterior como por la mejora en la productividad que conlleva la plena salud de los trabajadores, y ello incluye la salud mental de la que ahora somos más conscientes.
Haciendo un elevado esfuerzo de síntesis, para elaborar estas líneas se va a tomar como hilo conductor de las mismas lo que expone la citada Resolución del Parlamento Europeo.
La misma parte del concepto de salud mental como un derecho fundamental y los efectos sobre la misma de los cambios en la organización del trabajo a nivel generalizado, donde destaca el incremento de la prestación del trabajo mediante trabajo a distancia y teletrabajo y, por tanto, el incremento en el uso de métodos basados en la inteligencia artificial (IA), además del impacto de la pandemia sobre el trabajo de determinados colectivos, como el sanitario.
Los efectos sobre la salud mental más significativos, considera la Resolución, son los incrementos en patologías como la ansiedad y depresión, que ya eran consideradas de importancia con anterioridad a los tiempos que atravesamos.
Igualmente, considera la Resolución del Parlamento Europeo, que hay colectivos que han sido golpeados por la pandemia COVID-19 con mayor fuerza, como son las minorías étnicas, la comunidad LGBTIQ +, las personas mayores, las familias
monoparentales, las personas con discapacidad y problemas de salud mental
preexistentes, las personas con un nivel socioeconómico más bajo, los desempleados y
las personas que viven en las regiones ultraperiféricas y en zonas remotas y mal
conectadas… Del mismo modo, los jóvenes también han sufrido -a nivel laboral- este tiempo en mayor medida. Si a lo anterior sumamos la escasez de medios públicos para atender los efectos sobre la salud mental, la situación no se presenta de modo optimista.
Pero esto no es algo nuevo, en 2.021 la OMS reveló que más de trescientos millones de personas en todo el mundo padecían trastornos mentales relacionados con el trabajo lo que supone un coste elevado en el entorno de la Unión Europea y resulta evidente que estos datos estarán basados en la situación anterior a la pandemia.
Pero también es significativo que la pandemia ha afectado a la salud mental de los trabajadores por perturbaciones en muchos servicios, como la educación, la salud, el apoyo social y el aumento de los factores de estrés, como la inseguridad financiera, el miedo a estar desempleado, el acceso limitado a la asistencia sanitaria, el aislamiento, el estrés
relacionado con la tecnología, los cambios en el horario de trabajo, la organización
inadecuada del trabajo y el teletrabajo.
En síntesis, se considera que el estado de la salud mental en la población puede ser la próxima crisis sanitaria y, por ello, resulta urgente abordar la salud mental en la Unión Europea y resulta lamentable que la salud mental no haya tenido la prioridad que tiene la salud física y así lo exige a los Organismos de la Unión Europea y de sus Estados Miembros con responsabilidades legislativas y ejecutivas en materia de salud mental.
Desde luego, lo anterior y en global, es la principal enseñanza que se debe extraer de la pandemia, y si generalizamos, de la situación actual, a juicio del Parlamento Europeo.
Si abordamos aspectos vinculados a la transición digital y la salud mental, resulta claro que un empleo de calidad es positivo para la salud mental y que la transformación digital aporta muchas posibilidades de desarrollo a numerosos colectivos y que la citada inteligencia artificial (IA) puede potenciar enormemente las condiciones y métodos de trabajo pero hay que tener en cuenta que no dañe aspectos como la necesaria desconexión digital, una pérdida de intimidad o una vigilancia y seguimiento excesivo de los trabajadores, etc.
Igualmente, se menciona en la Resolución del Parlamento Europeo, es necesario erradicar la violencia, la discriminación y el acoso en el mundo laboral, en particular la violencia y el acoso de terceros (es decir, por parte de clientes, visitantes o pacientes) así como actuar contra la amplia brecha digital de género en competencias especializadas
y empleo en el sector de las tecnologías de la información y de las comunicaciones.
Del mismo modo, se ha de estar atento a seguir avanzando en materia de conciliación de la vida familiar y la vida profesional de los progenitores y los cuidadores, que afecta especialmente a las mujeres, así como en la disminución de la brecha digital, tanto a nivel de formación como de medios disponibles y la definición concreta de los derechos de desconexión digital.
Es también la comunicación y la información un aspecto de capital importancia para el abordaje de la salud mental; por ello, se debe hacer un esfuerzo en la empresa para desestigmatizarla y así se manifiesta en la Resolución hilo de estas líneas. Igualmente, se debe abordar cualquier tipo de discriminación, pues afecta en gran medida a la salud mental, y aquí las Inspecciones de Trabajo deben tener un papel fundamental para avanzar en la evaluación y formación a todo nivel de las organizaciones en materia psicosocial.
Con todo este marco y la situación que, posiblemente, está por venir o llegando, puede ser necesario que los lugares de trabajo garanticen recursos de apoyo en salud mental, así como el incremento del asesoramiento a distancia en esta materia por los sistemas públicos de salud, incremento de medios humanos en los mismos, así como la puesta en marcha de iniciativas de educación y sensibilización en materia de salud mental. En todas las acciones de los sistemas públicos, se recomienda que uno de los focos principales se ponga en los jóvenes, tanto en su formación como en su acceso al mundo laboral y su remuneración justa.
En síntesis, todo un desafío, necesario reto que hay que asumir ante una realidad que ha ido creciendo paulatinamente y que los recientes acontecimientos mundiales han impulsado de manera negativa.
Un campo de acción que debe abordarse con mayor intensidad desde los recursos en prevención de riesgos laborales de que dispongan las empresas, al menos con mayor protagonismo, y que, posiblemente, será objeto de un aumento exponencial de conflictividad y judicialización en el ámbito laboral que ya está empezando a incrementarse…conforme el marco jurídico se vaya concretando.