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26/04/2024. 04:27:40

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Abogacía e Internet – Herramientas digitales para el ejercicio profesional

Director de Contenidos de Artículo Uno www.articulouno.com Buenos Aires - Argentina

Internet se ha metido en todo. Consecuencia directa y sólo cuestión de tiempo, el abogado que no domine la cultura de Internet se estará perdiendo una parte cada vez más importante de la profesión. Las normas ya están on line. Los expedientes se consultan vía web. Los clientes plantean sus problemas por correo electrónico o en blogs. Las redes sociales se meten en nuestras vidas al punto que hay quienes hacen negocios directamente en ellas o padecen en la vida real el mal uso que hacen allí de sus perfiles, imágenes y palabras.

Abogacía e Internet – Herramientas digitales para el ejercicio profesional

Las principales universidades abren sus contenidos a través de podcasts. Los medios digitales legales proliferan. Los abogados aportan su conocimiento para la elaboración de documentos en colaboración y transformación continua. Los estudios jurídicos se ‘virtualizan'. Los jueces se comunican a través de microblogs.

¿Cuánto tiempo habrá de pasar antes de que los integrantes de una red ciberespacial puedan resolver sus conflictos con la ayuda de un mediador virtual?

¿Podrá convertirse Internet en una nueva rama de la abogacía, con posgrados de Especialización en Derecho.com?

¿Por qué descartar la creación de tribunales virtuales en los que las partes validen sus identidades a través de una pantalla táctil u otro sistema de seguridad para resolver en tiempo real sus diferencias ante un Juez.com que evalúe pruebas multimedia?

¿Acaso es imposible que la publicidad de todos los juicios se haga a través de YouTube o que los estudios jurídicos abandonen sus actuales oficinas para volcarse al trabajo remoto?

Más temprano que tarde, mucho de esto ocurrirá. Y pasarán otras tantas cosas que al escribir esto ni siquiera se pueden imaginar.

Alcanza con volver al pasado reciente y revisar cuáles han sido los cambios a hoy. Hace veinte años, para los abogados el ordenador no era más que una sofisticada máquina de escribir; hace treinta, la informática era pura ciencia ficción.

La sociedad civil, el mundo de los negocios y casi todas sus contingencias legales -viejas y nuevas- se incorporan a este mundo a una velocidad sorprendente que terminará por arrastrar a la abogacía y a sus profesionales.

Es éste el momento de subirse a la ola. Después, puede que sea demasiado tarde.

No es fatalismo ni futurología alocada. El avance marca un rumbo inequívoco: Internet no "es", "está siendo" constantemente en un presente híper-continuo.

Internet reduce distancias físicas, de comunicación, culturales, informativas, de interrelación e interacción.

¿Cómo se hacía hace treinta años para encontrar a un abogado al otro lado del planeta? ¿Se buscaba en la guía telefónica? ¿Se le pedía a la operadora que lo comunicara con una llamada internacional?

Llevaba meses. Semanas.

¿Cómo se hacía hace veinte años? ¿Se cortaba camino enviando un fax? ¿Se subía de urgencia a un avión?

Eran días. Horas.

¿Cómo se hace hoy? ¿Cómo se lo encuentra? Se pone tres veces ‘w' en una pantalla, se entra en el sitio de algún buscador, se escribe el nombre deseado y se aprieta ‘enter' para luego dar comienzo a una videoconferencia a través de Skype.

Son segundos.

Hoy el abogado que sabe utilizar los recursos tecnológicos de manera eficiente, que tiene una computadora y acceso a Internet, puede competir con organizaciones profesionales más numerosas sin que el cliente vea resentida la calidad del servicio.

El mundo cambia. El ejercicio del derecho también.

Un juez corre traslado y notifica a la parte en una cuenta de una red social. Los expedientes se vuelven virtuales. Las notificaciones fehacientes tienen forma de correos electrónicos firmados de manera digital. Las bibliotecas de doctrina, leyes y jurisprudencia pueden recorrerse on line. El servicio jurídico se globaliza y el asesoramiento se hace desde y hacia cualquier parte del mundo en tiempo real.

Los abogados se hacen conocidos y miden su popularidad en función de la cantidad de veces que los buscadores traen su nombre. Los estudios jurídicos hacen publicidad en función de palabras clave que persiguen los navegantes. Los clientes están en cualquier parte del mundo y buscan a sus abogados en directorios, propiedad de empresas punto com.

El mundo cabe en una conexión a Internet.

Así como se habla de aldea global y de mundo virtual, bien puede pensarse en abogados globales, en una práctica jurídica trasnacionalizada, en formación a distancia, en outsourcing legal.

También pueden imaginarse conferencias y encuentros virtuales, publicaciones comunitarias, networking digital.

Esa es la tendencia no de una moda, sino de la mismísima evolución.

En esa línea, Abogacía e Internet recorre algunas de las principales herramientas que Internet le ofrece hoy a los abogados y explica cómo pueden ser utilizadas, sea como recursos de capacitación, de interrelación y/o de marketing jurídico.

No es un libro de derecho. Tampoco un libro de tecnología o de introducción a la computación.

Es, sí, un libro que aspira a oficiar de guía para aquellos que entienden que en la práctica profesional el conocimiento técnico-jurídico debe estar acompañado de habilidades para gestionar el trabajo, y que saben que entre esas capacidades está la comprensión del contexto en el que el derecho se ejerce.

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