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Rumanía inauguró en enero una incierta presidencia semestral de la UE en una coyuntura de importantes desafíos

Prof. Titular de Relaciones Internacionales de la UPV/EHU y Cátedra Jean Monnet

El 1 de enero de 2019, Rumanía ha asumido por primera vez la presidencia de turno de la UE, desde su ingreso en 2007. El Gobierno de la socialdemócrata Viorica Dancila toma el relevo de Austria en un momento de cierta tensión con las instituciones comunitarias por la adopción de una serie de medidas que pueden socavar la independencia judicial y la lucha contra la corrupción, además de producirse en el país cierta involución en determinados derechos civiles. En las instituciones comunitarias han surgido dudas acerca de la capacidad del país para gestionar la presidencia semestral, en un momento de importantes desafíos, como el Brexit, la celebración de las elecciones al Parlamento Europeo, el reto de la inmigración, etc.

Mapa Rumanía

No olvidemos que la presidencia comunitaria implica la realización de centenares de reuniones técnicas, decenas de Consejos de ministros y, al menos, tres Cumbres comunitarias; actividades, eso sí, que reciben el apoyo de un importante aparato administrativo y burocrático comunitario. Este primero de enero se inicia además el periodo de tripresidencia comunitaria que incluirá además de Rumanía a Finlandia (que desempeñará su presidencia el 2º semestre de 2019) y Croacia (que lo hará durante el primer semestre de 2020), por lo que se llegó a pensar en la oportunidad de que Finlandia asumiera parte de la gestión presidencial de este semestre, a lo que Rumanía se negó.  

El programa presidencial rumano consta de cuatro grandes apartados:

    a) Europa de la Convergencia: básicamente se tratará de hacer avanzar la negociación del Marco Financiero Plurianual 2021-2027; desarrollar la dimensión social de la UE; y hacer progresar la agenda en los ámbitos económicos y financieros para estimular el crecimiento y la inversión y profundizar en la Unión Económica y Monetaria. Además, se hace una apuesta por promover la innovación, digitalización y conectividad.

    b) Una Europa más segura: se pretende consolidar la seguridad interior reforzando la cooperación entre los Estados miembros y la interoperabilidad de los sistemas de seguridad de la UE; así como continuar la lucha contra el terrorismo. Se prevé también prestar atención a la cuestión de las migraciones sobre la base de una aproximación global y promoviendo la cooperación con los países de origen y de tránsito, para garantizar una política europea de migración y asilo duradera y eficaz.

    c) Europa en tanto que actor global: se trata de reforzar el papel global de la UE promoviendo sus capacidades de defensa y seguridad (cooperación con la OTAN, desarrollo del Fondo Europeo de Seguridad, de la Cooperación Estructurada Permanente, etc.); hacer progresar el proceso de ampliación y promover acciones coordinadas en la vecindad de la UE, celebrando el décimo aniversario de la Asociación Oriental y reafirmando la importancia del Mar Negro en la agenda comunitaria.

    d) La Europa de los valores comunes: estimular la solidaridad y la cohesión de la UE a través de la promoción de políticas de lucha contra la discriminación, el racismo, la intolerancia, la xenofobia, el populismo y el antisemitismo, y a favor de la igualdad de oportunidades y de trato igual entre hombres y mujeres. Se incluye también en este ámbito la lucha contra la desinformación en línea y las fake news a través de una mejor educación mediática y favoreciendo las buenas prácticas.

La actividad institucional del periodo alcanzó su máxima expresión con la triple cumbre celebrada el 13/14 de diciembre: Cumbre a 27 del artículo 50, Consejo Europeo a 28 y Cumbre de la Eurozona. Tras superar una complicada moción de confianza en su Parlamento, Theresa May llegaba a la Cumbre comunitaria para reclamar garantías adicionales de sus todavía socios comunitarios sobre el Acuerdo de salida suscrito el pasado 25 de noviembre. Concretamente se refería a la cuestión de la limitación de la permanencia del Reino Unido en la Unión Aduanera que evite la aparición de una frontera física entre la República de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte. Los 27 insistieron en la imposibilidad de renegociar el texto aprobado ni establecer mayores garantías jurídicas, si bien se comprometieron a estudiar un compromiso político clarificador en forma de anexo que deberá estar listo antes del 21 de enero (fecha límite para ratificar el acuerdo, según ha establecido el propio gobierno británico).

El viernes 14 se celebró la Cumbre del euro, con la propuesta franco-alemana del lanzamiento de un presupuesto para la zona euro como cuestión principal. Los líderes fijaron un calendario para la adopción de este instrumento que complementará la Unión Monetaria, aunque de forma limitada por la presión crítica de los países del norte. El diseño del presupuesto de la eurozona que fomentará la competitividad y la convergencia de los países euro, debe estar dispuesto para junio de 2019. Otras reivindicaciones, como el establecimiento de un fondo europeo de garantía de depósitos que completase la Unión Bancaria mutualizando el riesgo, o el establecimiento de un seguro de desempleo comunitario como planteó el presidente español Pedro Sánchez (con el apoyo de Francia y Portugal, entre otros), tendrán que esperar. 

En sentido semejante, aunque previamente, el día 5 de diciembre la Comisión presentó una Comunicación con numerosas medidas para reforzar el papel del euro en el mundo. Según la Comisión, el euro debe desarrollar su papel mundial y reflejar el peso político, económico y financiero de la zona euro; un uso más amplio de esta moneda en la economía mundial ofrece un gran potencial de mejorar la protección de los ciudadanos y las empresas de Europa frente a conmociones externas y hará más resistentes la financiación internacional y el sistema monetario. Un mayor papel para la moneda común europea ayudaría a mejorar la resiliencia del sistema financiero internacional al ofrecer a los operadores de los mercados mundiales nuevas posibilidades de elección y hacer la economía internacional menos vulnerable a las perturbaciones. La Comisión también llama a los Estados miembros a fomentar un mayor uso del euro en sectores estratégicos y que las empresas europeas operen preferentemente en euros en lugar de hacerlo en dólares estadounidenses, especialmente en transacciones internacionales sobre energía. La moneda común europea es hoy día la segunda divisa internacional más importante, utilizada por 340 millones de ciudadanos europeos en 19 Estados; además, alrededor de 60 países vinculan su moneda con ella, siendo una moneda de amplia aceptación para pagos internacionales. Una parte significativa de las reservas internacionales de los bancos centrales extranjeros (alrededor del 20%) y de la emisión de deuda en los mercados internacionales se denomina en euros.

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Contenido completo en la REVISTA ARANZADI UNIÓN EUROPEA, AÑO XLV- FEBRERO 2019

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