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19/04/2024. 19:06:57

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Los primeros pasos en la profesión: ¿ejercer por libre, compartir despacho o entrar en un gran bufete?

Licenciado en Periodismo y Derecho
Master en Dirección de Comunicación Empresarial e Institucional

Hasta la entrada en vigor el pasado mes de octubre de la Ley la 34/2006 de Acceso a la Abogacía y la Procura, para poder ejercer la profesión bastaba con ser licenciado en Derecho, estar colegiado y darse de alta en una mutua del sector o en el Régimen de la Seguridad Social que corresponda.

Bolas amarillas con el símbolo del interrogante

Una vez cumplidos los requisitos formales, al letrado novel le surge la gran duda: lanzarse al ruedo por cuenta propia o buscar el paraguas de un despacho ya establecido. Según el Consejo General de la Abogacía, el ejercicio podrá desarrollarse individualmente por cuenta propia, como titular de un despacho, o por cuenta ajena, como colaborador de un despacho individual o colectivo. Igualmente, se podrá ejercer la Abogacía colectivamente, mediante su agrupación bajo cualquiera de las formas lícitas en Derecho, incluidas las sociedades mercantiles, así como asociarse en régimen de colaboración multiprofesional con otros profesionales liberales no incompatibles.

¿Cuál es la mejor opción? No hay fórmulas mágicas, ya que se deben ponderar otros factores. Así, abrir un despacho propio en una pequeña localidad puede ofrecer menos oportunidades potenciales de trabajo, pero la competencia también es menor. De igual forma, puede influir a favor de la independencia la tradición familiar en el ejercicio de la profesión que permita heredar tanto la infraestructura (inmueble, material de oficina, jurisprudencia etc.) como el fondo de comercio (clientes).

Aunque puede haber tantas como profesionales, conocer las motivaciones concretas que llevaron a varios de ellos a decantarse por alguna de las opciones descritas puede arrojar luz. Nos hemos puesto en contacto con tres abogados noveles que, por este orden, han comenzado su ejercicio profesional en un despacho propio en una ciudad de provincias, en un despacho compartido en una capital de tamaño medio y en un gran bufete de abogados.

La experiencia de abrir un despacho en Antequera

A sus 29 años, Ana León Artacho es una joven abogada perteneciente desde 2011 al Colegio de Abogados de Antequera (Málaga). Decidió abrir su propio despacho porque esta opción "me daba una mayor autonomía y me permitía dirigir mi desarrollo personal". Añade que "si la aventura no sale bien", siempre le queda "la posibilidad de buscar trabajo por cuenta ajena llevándome la experiencia". Antes de abrir el despacho "analicé el mercado de mi zona, hice números y fijé qué objetivos quería alcanzar", si bien reconoce que "aún sigo dando algunos de esos pasos". Sin embargo, no trabaja del todo sola, ya que buscó el apoyo de profesionales con experiencia, para lo que "suscribí un convenio de colaboración con SG Asesores Jurídicos y Abogados cuyo fundador, Sergio García, es amigo personal y padrino de mi jura".

Su otro gran respaldo ha sido el del Colegio de Abogados de Antequera, uno de los más pequeños de España por número de colegiados. Considera que en el colegio de una gran capital "nunca recibiría una atención tan personalizada", algo que "para una abogada joven que quiere salir adelante por cuenta propia es muy importante". Entre los pros de su elección destaca que "en una ciudad como Antequera es más sencillo comenzar a construir la red de contactos necesaria para ejercer porque la gente es más accesible que en las grandes capitales". Pero también hay contras: "Hay que reconocer que Málaga sigue siendo el punto neurálgico de formación", mientras que Antequera es una ciudad de 42.000 habitantes que carece de universidad y con una productividad enfocada a mercados muy concretos".

A los nuevos colegiados les aconseja "que confíen en sí mismos" y que "tengan paciencia y perseverancia, porque el trabajo del día a día es lo que marca la diferencia". Considera por último que la crisis también está afectando a la Abogacía; "nos esperan tiempos duros, pero veo un futuro prometedor", aclara.

Despacho compartido en Pamplona

Nuestro segundo perfil es el de Gustavo Zubieta Balbuena. Tiene 36 años y desde que se colegió hace dos trabaja en el despacho Olaizola Abogados de la capital navarra. Su experiencia previa como gerente en empresas relacionadas, los idiomas y un MBA "fue lo que decantó que me seleccionaran frente a otros abogados". En cuanto a sus preferencias, considera que este despacho reúne muchas fortalezas; "para nuestro tipo de cliente un equipo de cuatro abogados es el número perfecto, porque podemos ofrecer tanto calidad como agilidad. Ser más supondría renunciar a alguna especialidad y menos haría más complicado llegar a soluciones". Así, considera que el suyo es el tipo de despacho perfecto para Pamplona, una ciudad que con su área metropolita roza los 300.000 habitantes. "Ofrece la ventaja de poder realizar muchas gestiones con rapidez, la proximidad al cliente y que este se sienta atendido". Añade que en una urbe de tamaño medio, "enseguida se conoce cuándo un despacho funciona bien y facilita que la mayoría de los abogados mantengamos relación entre nosotros y con los órganos judiciales".

En cuanto al modelo de "despacho gigantesco", opina que responde a la "cada vez mayor influencia anglosajona", donde el trabajo "termina por diluirse tras las iniciales de un señor con mucho renombre pero al que ya nadie ve ponerse la toga". En el polo opuesto, el despacho pequeño, "de uno o dos abogados, se ve muchas veces desbordado por la situación del cliente". La solución "pasa por un modelo de despacho intermedio y muy profesional". Se trata de que el cliente cuente con la confianza de un abogado a quien preguntar, mirándole a los ojos, si sus problemas pueden solucionarse".

Como la mayoría de los letrados de reciente colegiación, ha tenido que dar sus primeros pasos de ejercicio "en un momento difícil tanto en lo social como en lo económico". En opinión de Gustavo Zubieta  "el ambiente ciudadano está muy tenso; situaciones que en los tiempos de bonanza económica se solucionaban mediante la negociación, en especial en el ámbito mercantil, hoy obligan a tomar medidas más drásticas". Apunta que ahora los trabajadores y las empresas "se ven abocados a procedimientos para los que la Justicia no estaba preparada por su volumen". Tampoco interpreta como un hecho positivo que a causa de la actual coyuntura haya aumentado el trabajo para los abogados, "porque las situaciones son a menudo desesperadas tanto para los particulares como paras las empresas". Cuando unos y otros acuden a la Justicia "ven como únicas opciones perderlo o ganarlo todo". Por tanto, "la presión es muchas veces muy alta".

A los futuros abogados les aconseja que "se formen en áreas eminentemente prácticas" y sobre todo "que tengan mucha paciencia. A menudo no están los mejores, sino quienes pudieron aguantar en las épocas de crisis".

"Soy afortunado por comenzar a ejercer en Cuatrecasas"

Javier Arana Rodríguez es el más joven de los tres. Tiene sólo 25 años y sobre el papel una carrera prometedora. Desde hace un año trabaja en Madrid en el prestigioso despacho Cuatrecasas, Gonçsalves Pereira, en concreto el Área de Derecho Comunitario y de la Competencia. Reconoce que se encuentra ante "una gran oportunidad" que sobre todo le va aportar formación. "Sales de la universidad como una tabla rasa que necesita pulir infinidad de aspectos relacionados con la práctica del Derecho". Se decantó por entrar en un gran despacho fue porque "cuenta con recursos muy potentes: grandes plantillas para rentabilizar programas de formación ambiciosos; acumulación de mentes brillantes que cubren prácticamente todas las áreas del Derecho; amplísimas redes de contactos fuera de España, y carteras con clientes de gran envergadura que permiten intervenir en operaciones de prestigio". En definitiva, "y con independencia de la meta que se fije un recién colegiado, un gran despacho es un magnífico trampolín".

 ¿Qué pasos hay que dar para entrar en un bufete como Cuatrecasas, Uría Menéndez o Garrigues? Javier Arana nos cuenta su experiencia. "Mandé mi currículum para un proceso de selección, pero acudir a un foro de empleo de mi universidad me permitió un primer contacto personal, lo que me hizo más visible". Después de varias pruebas psicotécnicas, de redacción y de idiomas "pero ninguna de carácter jurídico", destaca, tuvo cinco entrevistas, dos con socios miembros del Comité de Selección, a las que siguieron a otras dos "a petición propia" con socios de áreas en las que estaba interesado. La última "fue con dos socios de mi área de incorporación y recibí una oferta".

Javier Arana insiste en que se considera "muy afortunado" ya que "he encontrado un gran ambiente de trabajo, una excelente calidad humana y un entorno de constante aprendizaje con personas realmente punteras en lo que hacen.  Me ha sido muy fácil integrarme y veo que el potencial de crecimiento a medio plazo es enorme. Lucho por aprovechar la oportunidad y por quedarme aquí muchos años".

Como sus dos compañeros anteriores, recomienda a los futuros abogados "que se formen todo lo que puedan". Considera que el espíritu de la nueva Ley de Acceso a la Abogacía "es el correcto", ya que "es acorde con lo que ha visto quien ha tenido la oportunidad de estudiar fuera de España".  En cuanto al futuro, la crisis "está teniendo un impacto negativo en todos los sectores y la Abogacía no es una excepción. Los despachos acusan la parálisis y el declive de las empresas". Sin embargo, "este país ha vivido grandes crisis y la Abogacía nunca ha dejado de salir adelante", concluye.

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