No ha habido periodo más complicado para la profesión que estos años de recesión. La presión por facturar, la tensión entre los socios, la caída de precios exigida por los clientes… generando un stress adicional que sin duda ha afectado a los abogados que han sufrido las inclemencias del entorno legal.
Ni que decir que esto ha supuesto un deterioro extra para las personas que han tenido que trabajar en un entorno hipercompetitivo donde han caído muchos de los paradigmas establecidos como reglas del juego en el que la profesión evolucionaba hacia nuevas competencias y nuevas funciones como las comerciales tan ajenas a abogacía en otros tiempos.
Así pues, la profesión ha evolucionado añadiendo nuevas tareas de gestión y desarrollo de negocio. Muchos abogados se quejan lastimosos de que ser abogado hoy en día ya no es lo que era en su inicio profesional cuando se centraban solo en los aspectos técnicos que afectaban a sus clientes. La disipación de funciones en la actualidad y el desarrollo de las comunicaciones hacen que el abogado reciba muchas llamadas a lo largo del día ( o incluso WhatsApps) que necesitan ser atendidas con cierta inmediatez, miles de reuniones y diferentes actividades comerciales, por lo que es difícil encontrar el momento para centrarse y escribir o pensar con tranquilidad. Las interrupciones son continuas y requieren una buena gestión si no quieres acabar con cierta esquizofrenia. El día a día se convierte en frenético y el "multitasking" junto con las nuevas tecnologías exige una disponibilidad inusitada hasta el momento.
En este entono es cuando empiezo a oír la palabra Mindfulness y empiezo a leer sobre su significado, ya que suena a otra palabra de moda, pero para mi sorpresa el concepto además de tener todo el sentido encaja perfectamente con la realidad concreta que está viviendo el sector legal. El Mindfulness o conciencia plena es un concepto en la focalización de la concentración y está basado en técnicas de meditación budista. Este concepto se desarrolló y se introdujo en occidente por Jon Kabat-Zinn. La definición que hace este autor es: "Mindfulness significa prestar atención con intencionalidad, pensar en el momento presente y sin juicios previos". En definitiva, tal y como lo interpreto es poner tus cinco sentidos en lo que estás haciendo, intentando gestionar las interrupciones.
Para el día a día que llevamos resulta sin lugar a dudas (no sé si llamarlo técnica o filosofía) un concepto que nos puede ayudar a centrarnos en lo que hacemos sin tener en la cabeza todo los que nos queda por hacer, las preocupaciones, los miedos y las ansiedades. Una realidad que por la propia evolución de la profesión se hace patente más y más.
Entiendo el "Mindfulness" es una meditación sencilla que fuerza a la persona a prestar atención a sus experiencias en cada momento. Si bien los beneficios de la meditación se han entendido desde hace siglos, los estudios recientes de la neurociencia y la psicología sugieren que la práctica regular aumenta la capacidad de concentración, mejora la agudeza y la resolución de percepción, mejorando la capacidad respuesta ante situaciones de tensión o complejas. Pero incluso los expertos van más allá, la meditación también puede reducir el estrés, aumentar la respuesta inmune, y aumentar las emociones positivas.
Pero cuál es mi sorpresa, cuando para preparar este artículo veo que las principales universidades americanas de derecho (Berkeley, Harvard…) tienen cursos específicos de Mindfulness especializados para abogados. Y es que creo que como concepto se adapta muy bien a la ayuda que necesita el abogado ante una profesión que ha incorporado múltiples funciones y la inmediatez que suponen las nuevas vías de comunicación. Poner foco y concentración es sin duda una ayuda que nos puede servir para conseguir ser más efectivos en nuestro día a día y por lo tanto aminorar nuestro nivel de stress. Sí que es cierto que la palabra Mindfulness es de esas que se cuela en casi todas las disciplinas porque su práctica es aplicable más que a la profesión al entorno en el que vivimos.
La práctica del Mindfulness no requiere mucho tiempo, parece ser que que puede ir de diez minutos a media hora. Pero más allá de la técnica me quedo con la reflexión, la importancia de centrarse en cada cosa que haces, plena conciencia, sin las interrupciones que uno mismo se procura (lo que debo de hacer, lo que no he hecho, lo que debo entregar) y las particulares del día a día.
Pero más allá del sentido común, los beneficios del Mindfulness parecen probados. Una investigación publicada en la revista Journal of Internal Medicine reveló que practicar media hora de Mindfulness diaria alivia los síntomas de trastornos como la depresión o la ansiedad. No me sorprende, porque todo aquello que te ayuda a organizar a reflexionar y a evitar la aceleración que vivimos seguro que sirve para aminorar el nivel de stress con el que solemos convivir. Hemos de aprender a trabajar con las exigencias que nos impone el entorno.
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