Durante las últimas semanas se ha dejado ver en la prensa una noticia según la cual diversos colectivos -gestores administrativos o asociaciones de funcionarios de la Administración tributaria- ponían de manifiesto la existencia de errores en los borradores de declaraciones, errores que -lo contrario ni se plantea- suponían un perjuicio al obligado tributario, al ciudadano (aclaremos que el obligado tributario es el mismo ciudadano, o sea usted, y no una entelequia que merece persecución por principio).
Es evidente que los costes de gestionar la aplicación de los impuestos son monstruosos. Pero no me refiero a los "costes presupuestarios", a lo que cuesta al "aparato" del Estado. No, me refiero a los "costes de usted".
El sistema tributario lo aplicamos los ciudadanos, que ante las leyes tributarias nos "transmutamos" en "contribuyentes que todo lo deben saber" y "que todo lo deben acertar". Si usted se equivoca en un número, en una suma, en un… lo que sea, en una declaración tributaria, ¿qué pasa?
Aunque usted no se lo cree (y entiendo que es muy difícil de creer para cualquier ciudadano bien pensante y "no contaminado") la Administración Tributaria le va a colocar una "pequeña" SANCIÓN. Otro día volveré sobre esto que es, en sí mismo, gravísimo… como poco.
Pero hoy voy por otro camino. Cuando se conoce que hay un montón de errores en esos borradores que, nos han dicho, son la panacea para ahorrar ese monstruoso coste que supone para cada ciudadano que nos hagan aplicar los impuestos… (la campaña de prensa, por cierto, es preciosa… yo también quiero un yate para confirmar desde allí mi borrador… ja, ja, ja, ¡qué gracia!) ¿Quién va a pagar la factura del gestor o asesor al que me veo "compelido" a acudir para no ser yo el pagano de todo este montaje?
Pues como bien decía al principio: USTED.
Coordinador de la revista Quincena Fiscal