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30/04/2024. 02:23:31

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Un abogado marca 3E

Profesor Universitario
Especialista en técnicas de litigación oral

Una marca permite que un determinado producto sea identificado, se distinga de sus iguales, transmita su identidad e invite a su consumo. Las marcas generalmente son atractivas, simples y distintivas. Existen un sinfín mundialmente conocidas, ejemplo de ello es Coca Cola, Pepsi, Toyota, Mercedes Benz, Mac Donalds, Google, Facebook, Twitter, Instagram, Samsumg, Apple, Starbucks. Nike, Puma, Adidas; entre muchas otras.

Por supuesto, que todas las antes señaladas se encuentran muy distantes de un producto llamado Abogado; sin embargo, en este artículo vamos a tratar de acercar esos dos extremos, es decir, unir lo que pudiera ser una marca y el profesional del derecho.

Conocemos algunos abogados de ficción que son muy reconocidos en el ámbito del derecho, como por ejemplo el célebre Atticus Finch, de “Matar a un ruiseñor” o más en nuestros días un Harvey Specter de “Suits” el famoso drama legal de origen estadounidense, el cual hoy cuenta mucha aceptación en el mundo de los profesionales del derecho.

Aun cuando hablamos de marca, el tema de Marketing Jurídico, no es el espíritu, propósito y razón de las presentes líneas. No obstante, entraremos a distinguir algunos supuestos que apuntalan al profesional del derecho para persuadir a sus futuros clientes y así poder lograr el ser contratado por ellos, todo esto sin necesidad de invertir tiempo y dinero en publicidad.    

Somos de la idea, que un abogado debe ser marca 3E. Para ello en principio, debe generar confianza con su futuro representado, y que dicho cliente aun cuando se gane o se pierda el caso, se lleve la sensación de que el abogado es una persona de fiar, que es un profesional preparado, y que cuando tuvo oportunidad le expuso de una forma clara y sencilla las posibles salidas que tenía en la causa.

Para poder estar a la altura de las exigencias que demande el caso específico, lo primero que deberá ser un abogado, es ser, Estudioso. En este sentido, el profesional del derecho deberá ser una persona de lectura constante, de capacitación permanente, de profesionalización ininterrumpida. Este atributo le permitirá tener los conocimientos necesarios para así trabajar con éxito el asunto que se esté tratando. La educación le transmitirá la sapiencia indispensable para poder argumentar de forma coherente, precisa, concisa y educada todo aquello cuanto le haya sido planteado.

El abogado litigante, por el hecho propio del ejercicio de su profesión, deberá discutir de manera recurrente y además de discutir, tendrá que hablar, convencer, persuadir, conquistar, e inducir a la otra parte a considerar que su versión es la más acertada. Para poder lograr esto, el profesional del derecho necesita mostrar confianza, tener solidez en el discurso, poseer habilidad y facilidad al expresarse y por supuesto tener una gran capacidad para argumentar sobre aquello que está defendiendo.

Así las cosas, este abogado debe ser, además de estudioso, Elocuente, es decir, debe tener la facilidad de expresarse con claridad y sencillez; dominar la sintaxis; saber mezclar perfectamente palabras cultas o técnicas con frases llanas, de uso común o sumamente entendibles. Tiene que ser un profesional del derecho que module con gracia la voz, que hable más fuerte cuando pretenda enfatizar algo y que disminuya el tono de la voz cuando vaya a pasar de un punto a otro. Pudiendo incluso, en un momento determinado hablar en un tono de voz bajo para igualmente captar la atención de su receptor.

Esta manera de comunicarse, exige al mismo tiempo dominar el arte de la velocidad al estar expresándose, pues tendrá que aumentar esta al resaltar, destacar o acentuar algún punto de su discurso; como de idéntica manera deberá saber cómo disminuir significativamente la celeridad cuando se pronuncie en un tono de voz bajo. Todo esto sin dejar de lado que tiene que distinguirse en usar las pausas al estar hablando para que este discurso resulte interesante para el oyente.

En otro orden de ideas, en algún momento hemos escuchado que “no hay segunda oportunidad para causar una primera buena impresión”. Este dicho aplica para los abogados, y ello es así, porque el legista que es litigante, siempre está en campaña. Y siempre se encuentra en campaña porque todo él vende. Y así, vende el que posea conocimientos; vende la forma como se comporta al estar en una sala de audiencias; vende la manera florida como interpreta los alegatos; por supuesto vende el ser estudioso, elocuente y por supuesto que también venderá, el ser Elegante.

Un profesional del derecho que derroche buen gusto al vestir, que utilice los colores que van con su tono de piel, que combine de manera detallada sus trajes, que sus zapatos permanezcan siempre lo más pulcro posible, que sea capaz de adaptar su manera de vestir a cualquier ocasión, que se viste según su competitiva carrera, que salude siempre con una sonrisa natural, que los temas de conversación invariablemente resulten interesantes y que aunado a todo ello siempre esté actualizado; será sin duda un abogado con gracia, nobleza y distinción. Este abogado sin duda alguna se destacará de los demás.

Estimo sumamente importante reseñar, remarcar o contraseñar; que vestir de manera elegante, no necesariamente implica adquirir ropa de marca o en todo caso de un costo elevado. Lo más importante de todo ello es la actitud con la cual se porta dicha prenda de vestir.   

Por ello si acaso algo debe distinguir al abogado litigante, es que este debe tratar siempre de ser un ABOGADO MARCA 3E.

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