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Aumenta la presión sobre Obama por Siria en la cumbre del G-20

Reuters

SAN PETERSBURGO, Rusia (Reuters) – El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, afrontaba el jueves una creciente presión de los líderes mundiales para que no lance ataques militares contra Siria, en una cumbre donde la economía global era eclipsada por el conflicto.

Obama (I) escucha al presidente ruso, Vladimir Putin (D) en el inicio de una reunión del G-20 en San Petersburgo, el 5 de septiembre de 2013

El Grupo de las 20 economías desarrolladas y en vías de desarrollo (G-20) se reunía en San Petersburgo para tratar de forjar un frente unido sobre el crecimiento económico, el comercio, la transparencia de la banca y la lucha contra la evasión tributaria.

Pero el grupo, que abarca a dos tercios de la población mundial y a un 90 por ciento de su riqueza, está dividido sobre temas que van desde la decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos de terminar su programa de estímulo para la economía hasta la guerra civil en Siria.

El mandatario ruso Vladimir Putin quiere usar la reunión para convencer a Obama de que no lance una acción militar contra el presidente sirio, Bashar el Asad, e respuesta a un ataque con armas químicas del que Washington culpa a las fuerzas gubernamentales sirias.

El primer asalto en la cumbre fue para Putin, dado que la Unión Europea y el papa Francisco -en una carta a los líderes del G-20- se alinearon más con él que con Obama sobre la posibilidad y legitimidad de una intervención armada.

"Una acción militar tendría un impacto negativo sobre la economía global, especialmente sobre el precio del petróleo; causará un alza en el precio del petróleo", dijo el viceministro de Finanzas de China, Zhu Guangyao.

Los líderes del grupo de economías emergentes, denominado BRICS, expresaron su preocupación durante las conversaciones del G-20 de que un ataque militar contra Siria pueda dañar a la economía mundial, dijo el portavoz de Putin.

El Papa llamó a los líderes a "dejar a un lado la persecución fútil de una solución militar". También invitó a los 1.200 millones de católicos y a personas de otros credos a unirse a él en un día de oración y ayuno el sábado para poner fin a la guerra civil.

Los líderes de la Unión Europea, usualmente fuertes aliados de Estados Unidos, describieron el ataque del 21 de agosto cerca de Damasco que mató a cerca de 1.400 personas como "aborrecible", pero agregaron que "no existe una solución militar para el conflicto sirio".

Putin, el aliado más importante de Asad, fue aislado por su postura sobre Siria en una reunión del G-8 en junio, la última gran reunión de las grandes potencias mundiales. Ahora podría desquitarse de Obama, quien recientemente lo comparó con un "niño aburrido en la parte de atrás de clase".

Sólo Francia, que se prepara para unirse a una acción militar estadounidense, ha apoyado a Obama.

Con pocas probabilidades de contar con el respaldo de Pekín y de Moscú en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde ambos países tienen poder de veto, Obama está buscando la aprobación del Congreso de su país.

Putin afirma que las fuerzas rebeles podrían haber realizado el ataque con gas y que cualquier ataque militar sin la aprobación del Consejo de Seguridad violaría la legislación internacional, una opinión que está siendo cada vez más respaldada públicamente por otros.

El mandatario ruso no tiene programado un encuentro cara a cara con Obama, pero espera discutir el tema de Siria en una cena con todos los líderes.

Los ministros de Relaciones Exteriores de estados clave del G-20 -que incluye a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU- también hablarán sobre Siria en el marco de la reunión.

PÉRDIDA DE ARMONIA

El G-20 logró una cooperación sin precedentes entre países desarrollados y naciones emergentes para evitar el derrumbe económico durante la crisis financiera de 2009, pero ahora la armonía se ha perdido.

Las economías emergentes del grupo BRICS -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- pidieron al G-20 que impulse la demanda global y asegure que cualquier cambio en la política monetaria esté bien anunciado.

El llamamiento refleja las preocupaciones entre las naciones en desarrollo por la posibilidad de que la Reserva Federal estadounidense reduzca su política monetaria ultraexpansiva y una visión de que Europa no está haciendo lo suficiente para promover una recuperación impulsada por la demanda.

Rusia y China también unieron sus fuerzas al advertir sobre el impacto potencial de que la Fed ponga fin a su programa de compras de bonos para estimular a la economía.

/Por Timothy Heritage/

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