MADRID (Reuters) – El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se verá obligado a dar explicaciones de nuevo sobre la corrupción que ha salpicado a su partido, en esta ocasión compareciendo el miércoles en un pleno extraordinario forzado por la oposición parlamentaria.

La comparecencia fue solicitada hace un mes, después de que Rajoy negara la presunta financiación irregular del Partido Popular ante la Audiencia Nacional, que juzga una de las principales redes de corrupción destapadas en el país en décadas.
El pleno extraordinario se produce a petición de los dos principales grupos de la oposición – PSOE y Unidos Podemos – y de Esquerra Republicana de Catalunya y Grupo Mixto, y fue posible gracias al voto a favor del Partido Nacionalista Vasco.
Todos ellos demandan que Rajoy, presidente del PP, explique "los motivos por los que se niega a asumir responsabilidades políticas por los casos de corrupción que se han puesto de manifiesto en el Partido Popular" y por la supuesta "financiación del partido a través de una caja B".
El examen de los primeros años (1999-2005) de la trama Gürtel – una supuesta red de financiaciones, pagos y adjudicaciones ilícitas – derivó en una investigación de las cuentas del PP, de las que Rajoy se desvinculó en su declaración judicial pese a que en aquel momento era vicesecretario general y director de campañas electorales.
El vicesecretario de organización del PP, Fernando Martínez-Maíllo, calificó de "extraterrestre" que Rajoy tenga que comparecer ante el pleno de la cámara baja, cuando ya está cerrada su intervención en una comisión encargada específicamente de indagar sobre la financiación del partido en el poder.
El Partido Popular, cuya gestión de los casos de corrupción contribuyó a que hoy gobierne en minoría, confía en que la mejora de los datos económicos le ayude a recuperar el terreno electoral perdido entre una ciudadanía hastiada con los políticos.
Analistas y representantes de la oposición vislumbran que el curso político que se estrena ahora con la declaración de Rajoy no sea fácil para el presidente del Gobierno, contra el que el PSOE no ha descartado una segunda moción de censura antes del fin de la legislatura.