
El presente post parte de la idea de que si bien el abogado litigante tiene que disponer de una capacidad técnica, es decir, de un conocimiento profundo del derecho (ley, doctrina y jurisprudencia) que va a aplicarse al caso, ello no es suficiente para intervenir profesionalmente en el acto del juicio, pues para hacerlo eficazmente es fundamental que dominemos las reglas procesales que van a tener incidencia en el mismo (comparecencias, interrogatorios, periciales, impugnaciones, recursos, protestas y un largo etcétera)
Sobre la base de dicho principio, el texto de Óscar Fernández León nos hace reflexionar sobre las consecuencias de una deficiente preparación procesal, o lo que es lo mismo, sobre la merma de oportunidades de defensa y sobre el riesgo de intervenciones poco afortunadas que motiven llamadas de atención por el juez y la consiguiente pérdida de concentración del letrado.
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Abogado. Experto en habilidades profesionales
@oscarleon_abog
Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla