Cuando comienzas en el ejercicio de esta apasionante profesión nunca ibas a imaginar que tu cliente podría convertirse en tú peor enemigo. Claro esta, que esta interpretación es llevada al extremo pero refleja con bastante nitidez la realidad del día a día con el trato de nuestros clientes. E incluso cuando a los viejos compañeros con años y años de recorrido le escuchabas, desde la esfera del profano, esta expresión, te hacías este pregunta ¿Será cierto? ¿Cómo puede ser? Pues sí, es completamente y rigurosamente cierto.
Desde el día que pasas del expediente o el caso a tratar directamente con los clientes empiezas a vislumbrar lo real y cierto de aquella extraña cita.
Lo normal y habitual de esta cita suele personificarse en los clientes que denomino «cliente potencial´´ porque suelen tener no sólo un asunto o procedimiento sino todo lo contrario multitud de éstos.
Para que normalmente nos demos cuenta de que estamos ante un cliente «enemigo´´ es necesario llevar un tiempo con éste, es decir, suele ser un habitual de nuestro despacho. Dado que siempre el cliente «enemigo´´ tiene numerosos procedimientos abiertos.
Aunque el requisito anterior no es sine qua non muchas veces nos encontramos con el cliente «enemigo´´ en el único procedimiento o incluso sin llegar al proceso. Desde la primera consulta sabes a ciencia cierta que la mayoría de declaraciones son un poco oscuras o no ajustadas con el supuesto de hecho.
Después de todo, debo partir una lanza a favor del cliente «enemigo´´ porque gracias a su forma de ser debemos estar siempre alerta y estudiar los casos con mayor exhaustividad y esmero.
Hace relativamente poco recibimos el encargo en nuestro despacho de un cliente «enemigo´´ por un asunto de familia, una disolución matrimonial por divorcio con el consiguiente convenio regulador para los hijos menores en común.
De toda la información recopilada tras varias reuniones con el cliente, íbamos a enviar el convenio regulador a éste para que este mismo diera el visto bueno sobre las horas, los días…
Pero justo antes de enviar el correo electrónico…nos dimos cuenta de que la dirección de correo electrónico facilitado por nuestro cliente coincidía con los apellidos de la parte demandada, en este caso era su cuñad@.
Otro ejemplo, de cliente «enemigo´´, aquel que no comunica al despacho las notificaciones, burofax, requerimientos del Juzgado…que son notificadas en su domicilio. La semana pasada llego al despacho un cliente con una diligencia de ordenación señalando el día para la subasta pública de uno de sus inmuebles…haciendo caso omiso directamente a la demanda de ejecución previa. Nuestra pregunta, claro esta, fue ¿porqué no vino antes? el día que recibió en su domicilio la demanda de ejecución. No nos supo contestar…
En fin, el cliente «enemigo´´ hace que nuestra profesión día a día sea apasionada y nada monótona. Y, gracias a ellos vamos adquiriendo más facultades para detectarlos antes y resolver de manera más eficaz las contingencias para su beneficio.
