El tratamiento de datos se divide en tres momentos que adquieren gran importancia, siendo los mismos el momento de la recogida de datos; su posterior tratamiento; y, por último, la utilización y, en su caso, cesión o comunicación a terceras personas.
Es necesario afirmar, que en todas las fases del tratamiento, si bien atendiendo a las especificidades propias de cada una de las mismas, tienen que tenerse presentes y cumplirse los principios de la protección de datos, la observancia de los derechos otorgados a los interesados así como los procedimientos que permitan a éstos ejercer dichos derechos.
Ello supone que el responsable del tratamiento, o quien en su caso actúe por su cuenta e interés, tenga que atender a las obligaciones que dispone la ley, de manera que el tratamiento de datos efectuado sea legal, a lo que debe añadirse el término leal, de forma que el interesado tenga la confianza necesaria en que su privacidad no se verá comprometida por el tratamiento efectuado.