Sobre el robo de bitcoins, porque solo se robó un parte y sus eventuales consecuencias jurídicas.
El mejor robo sería un asalto a las cuentas de un Banco. Permitiría obtener gran cantidad de dinero y evitar el desplazamiento de pesados fardos. Se podría enviar y reenviar de unas cuentas a otras, hasta hacer imposible el seguimiento. Finalmente, se accedería al botín, en pequeños bloques, sin llamar la atención.
Un objeto parecido a las cuentas bancarias y, fácilmente convertible en dinero, son los llamados "bitcoins". Una moneda virtual emitida contra una cierta masa de dinero, de modo análogo a los billetes de los siglos pasados, que se emitían contra las reservas de oro del país. Los primeros "bitcoins" se compran con dinero real y también se pueden vender contra dinero real. Su precio fluctúa. Son anotaciones en cuenta que funcionan como una divisa. La estructura del sistema "bitcoin" es similar al Banco Central Europeo. Existe un ordenador principal, que hace de "monedero". Desde este ordenador fluyen los "bitcoins" a otros ordenadores, con una función comparable a los Bancos Nacionales, donde los particulares tienen las cuentas y donde operan las personas.
El atractivo del "bitcoin", es su novedad, su naturaleza virtual y encontrarse al margen de lo regulado, con capacidad de interactuar con la realidad, convirtiéndose en dinero real. El "bitcoin" no tiene cotización oficial. No está clara la legislación aplicable, tampoco el país en que se está operando, sí es producto, servicio o divisa… La tentación de un uso indebido del mismo resulta inmediata, desde operaciones opacas al Fisco hasta el lavado de dinero, con todas las figuras intermedias.
Pero donde hay dinero virtual es cuestión de tiempo que aparezca un ladrón, en este caso, real (no virtual). Y encontrada la vulnerabilidad del sistema, lo inmediato sería un atraco informático global, un vaciado de todas las cuentas de todos los monederos, mediante ataques múltiples a todos los ordenadores del sistema en el mismo momento. Un robo total señalaría inmediatamente al culpable: el primero que intente convertir un "bitcoin" en moneda metálica sería el ladrón. Pero si robamos todos los "bitcoins" y no podemos convertirlos en dinero, sería la destrucción del sistema, un caos que no generaría a nadie ningún beneficio. El secreto es determinar la cantidad de "bitcoins" que se pueden robar y convertir en moneda de curso legal, sin que quiebre el sistema. Parece que la cifra de "bitcoins" que se puede robar es de 740.000 "bitcoins", aproximadamente unos 270.000.000 Euros, o así lo han creído quienes han realizado el robo a la Plataforma de Intercambio Japonesa (o monedero de Japón) llamada MT.GOX.
La reacción ha sido bloquear el sistema, creando el primer "corralito virtual" para impedir la salida de las monedas a otras partes del mundo. Pero lo más probable es que quien ha pergeñado y cometido un robo de estas características, también habrá sido capaz de transferir esos "bitcoins" a otra plataforma, hacerlos viajar de cuenta en cuenta, de país en país y, posiblemente ya sean dinero real en la cuenta de un Banco.
Los asientos contables han sido manipulados. Sólo las copias de soporte, si existen, permitirán saber a quién, y cuánto se ha robado. Tampoco parece probable que ninguna Aseguradora haya asumido el riesgo de robo de un Banco virtual, de una moneda inexistente que no cotiza en el mercado bursátil.
El "bitcoin" es una creación de una Fundación sin ánimo de lucro y cuyos inventores no están identificados. Mediante un contrato internacional se ha creado una sede o sucursal en Japón. Los ladrones, posiblemente, han actuado desde un tercer país para convertir las monedas virtuales en una divisa que no corresponderá a ninguno de los países anteriores, situando el botín en un paraíso fiscal, lo más opaco posible, que no tendrá ningún acuerdo de colaboración con ninguno los países anteriores.
Las víctimas son personas de todos los países del mundo, sujetas a diferentes legislaciones nacionales que, en unos casos, permitirán reclamar la persecución del robo a sus ciudadanos en un tercer país y, en otros casos, no; víctimas que hablan en multitud de lenguas, etc.
¿Cuál sería el Juzgado competente y la legislación aplicable? ¿Se ha robado a un particular, a un Banco o a una Fundación? ¿Han robado dinero, divisas o derechos? ¿Cómo se acredita o certifican las cantidades robadas? ¿Quién sería la autoridad certificante?
Si se celebra, posiblemente nos estamos enfrentemos al más complicado juicio de la historia, por los elementos internacionales, el volumen de afectados, idiomas utilizados, extensión territorial, etc. y todo complementado con, posiblemente, el mayor conjunto de dudas jurídicas jamás planteadas en un solo caso.
