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03/05/2024. 16:53:13

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Preguntando se llega a Roma…

Profesor Universitario
Especialista en técnicas de litigación oral

Roma es la capital de Italia; la primera gran metrópolis de la humanidad; centro de una de las civilizaciones que más ha influido en el derecho; sede de una nación así como de un imperio que llegó a constituirse en tres continentes. Cuna del gran Justiniano y sus preceptos fundamentales: “Honeste vivere, Alterum non laedere, Suum cuique tribuendi”.

El Imperium Romanum” que significa el dominio de los romanos, vivió su época de mayor extensión territorial bajo el gobierno del emperador Trajano, donde se estima que el dominio llegó a alcanzar algo así como 6.5 millones de kilómetros cuadrados, teniendo entre muchas otras ciudades bajo sus dominios a Egipto.

Con ese territorio tan amplio, y además en esa época, no debió ser difícil extraviarse o perderse si se quería llegar a lo que se consideró en su momento la capital del mundo. Para facilitar la llegada a “la Cittá Eterna” (la ciudad eterna), desde los pueblos dominados por Roma, los cuales estaban constituidos por ejemplo desde África Oriental a los Bosques de Germania; de la Península Ibérica hasta el Cáucaso o desde Inglaterra al Golfo Pérsico. Por esa vasta extensión de territorio, se dice que los romanos construyeron más de 90.000 mil kilómetros de calzada en al menos aproximadamente 400 vías. Y así nació por ejemplo “la vía Apia” construida por Apio Claudio y “la vía Salaria”, que se relacionaba con el transporte de la sal.

Después de algún tiempo utilizando las vías, se originó una de las frases que más ha perdurado en el tiempo y es aquella que expresa, “todos los caminos conducen a Roma”. El origen de la misma se considera que reposa en el “Milliarium Aureum”, el cual fue un monumento que levantó el emperador Augusto, donde se marcaba el inicio de todas las calzadas o vías romanas. Fue poco más o menos como el kilómetro cero que existe en la actualidad en la mayoría de las capitales del mundo.

Para poder llegar a esos caminos construidos por la civilización romana y así trasladarse –en su momento- a la capital del mundo, era necesario consultar, preguntar, averiguar; y una vez que se había hecho toda esa interrogación necesaria y se montaba en la vía, no había duda de que llegaría a la que se conoce de igual manera hoy, como la capital de dos Estados (Italia y El Vaticano).

Así de extraviados, así de distantes, así de perdidos se encuentran en algún momento todos aquellos que ostentando el título de abogado no saben qué hacer de cara al caso que aceptaron y el cual deberán defender en una sala de debate oral. A veces esos noveles –y algunos no tanto- profesionales del derecho, desconocen las técnicas propias de participar en un juicio oral, y ello es precisamente lo que necesitan dominar para brillar -cual luna llena- en una sala de audiencias.

Uno de los mejores ejercicios de capacitación que puede realizar un abogado después de graduarse, es dirigirse la mayor cantidad de veces posible a las salas donde se desarrollan las audiencias y observar allí el desempeño de los litigantes. Podrá visualizar qué tipos de estrategias utilizaron y el resultado que arrojaron, cuáles métodos dejaron a la otra parte o al juez sorprendido. Allí verá cómo la fiscalía presenta un caso, y por supuesto se tendrá la grandiosa oportunidad de presenciar como la defensa trata de minimizar o en todo caso buscar que el juez desestime los hechos que le han sido presentados previamente por quien acusa.    

La mayoría de las veces, los abogados más experimentados están prestos a dar un buen consejo, pero, para ello es necesario que aquel que desea obtener información se les acerque y les consulte lo que aspira conocer. Pocas veces una persona con años de experiencia en el litigio no accede a dar gustoso un poco de lo mucho que sabe, eso les hace sentir bien, eso les hace sentirse con poder, eso les hace sentirse importantes; y es precisamente ello lo que debe aprovecharse para preguntar, para consultar o para investigar acerca de cómo poner en práctica todas aquellas técnicas utilizadas por ese profesional del derecho, y que causaron una grata impresión en los jueces y por supuesto en la sala.

No solo preguntan los jóvenes, consultan igualmente aquellos no tan mozos sobre habilidades, técnicas o destrezas que observan dentro de las salas de audiencias. Nunca a nadie le ha ido mal por estar preguntando, por estar consultando. El preparar un caso, el alegar, el interrogar, el contrainterrogar, el objetar, entre muchas otras cosas que se deben hacer en el curso de un juicio para lograr los objetivos; tiene su forma, tiene su táctica, tiene su manera de hacerse y eso, muchas veces no se encuentra en los libros. Se encuentra precisamente en esa persona que ejerce el derecho y a quien es necesario acercarse para consultarle cuál sería la mejor manera de hacerlo así tan bien, tan excelente, tan chévere, como él o ella lo acaba de hacer.

No permita que la vergüenza, el miedo o la pena, le impidan obtener un muy buen consejo de alguien que la mayoría de las veces está dispuesto a dárselo. Preguntaban siglos atrás aquellos que querían llegar a Roma, preguntaron antes aquellos abogados que hoy admira, preguntará su persona para desarrollar de la manera más óptima posible el trabajo en la sala de audiencias; y después, sin lugar a dudas, vendrá otro profesional del derecho a consultar –quizás a usted- sobre cómo hacer uso de las habilidades, técnicas y destrezas de la litigación oral.   

Así que pregunte, pues Preguntando se llega a Roma…y también se ganan casos.

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